Caza.

Es una amenaza para toda una serie de animales. Algunos son buscados como trofeos; otros, cazados con fines comerciales.

El oso polar (Thalarctos maritinus) del Ártico es buscado por los cazadores como trofeo. Mientras se lo perseguía a pie, tenía una oportunidad razonable para escapar. Sin embargo, el número de estos osos comenzó a disminuir cuando los cazadores empezaron a utilizar aviones y helicópteros para buscarlos y darles caza. Cuando el oso queda extenuado, el avión aterriza, y el cazador conquista su trofeo.

Los cazadores de trofeos son también parcialmente responsables de la situación amenazada en que se encuentra el tigre (Panthera tigris). Esos grandes felinos son también muertos por los aldeanos para proteger su ganado.

A medida que aumenta la población humana del sudoeste de Asia, disminuye la extensión de zonas silvestres donde el tigre puede vivir a salvo, y, por ende, este felino acaso desaparezca. Los tigres de las islas de Bali, Sumatra y Java virtualmente se han extinguido y quedan unos pocos pertenecientes a las razas siberiana, china o caspiana.

Las especies corren peligro a raíz de la caza con fines comerciales. Los felinos manchados y en especial el guepardo (Acynonix ujbatus), el leopardo (Panthera pardus), el jaguar (Panthera onca), el ocelote (Felis pardadis) y el margay (Felis tigrina) corren todos peligro en distintos grados. Se los caza por su piel, por deporte y para proteger el ganado. La caza deportiva es más fácilmente controlable. La caza comercial y como defensa son más difíciles de reglamentar y más peligrosas para las especies.

Probablemente, los guepardos se han extinguido en la India y su número se ha reducido considerablemente en el Oriente Medio y en África. La población de leopardos ha disminuido también mucho. Hasta 1970, época en que entró en vigor una nueva legislación, todos los años se matamban muchos de estos felinos por su piel. Fue así como en algunas zonas sus poblaciones quedaron reducidas a núcleos sumamente bajos. Los felinos salvajes sudamericanos -jaguares, ocelotes y margayes- también han sido muertos para conseguir su piel. Ya han desaparecido casi de muchas regiones donde una vez vivieron, pero probablemente los sobrevivientes basten para asegurar la continuidad de la especie si se pone fin a la caza comercial.

La caza comercial es la causa directa de que muchos tipos de ballenas estén en situación de peligro. Se da muerte a esos animales especialmente para extraer aceite de su grasa, el que se utiliza como alimento humano y animal y como fertilizante. La ballena azul gigante (Balenoptera musculus) pasó a ser una especie en peligro en los últimos años, pues la cantidad que se mataba anualmente excedía el número de nacimientos. A mediados de la década de 1950 había de 30.000 a 40.000 de esos enormes mamíferos, algunos de los cuales llegan a medir más de 30 metros de largo. En los años siguientes se cazó gran cantidad de estas ballenas, y todos los años morían más de las que nacían. En 1965 se impuso una veda a la caza de la ballena azul. En la actualidad se calcula que hay unas 12.500 ballenas azules.

El lobo de Tasmania y el lobo rojo (Canis rufus) se dedican al pillaje de ganado. Por esta razón han sido muertos sin piedad por los campesinos y cazadores profesionales y sus poblaciones han entrado en la categoría de en peligro.